3. Compartir el placer de cocinar
Nada es mejor que ver las reacciones de nuestros familiares o comensales y escuchar de ellos que todo estaba delicioso, y más placentero es compartir con ellos lo duro que fue nuestro trabajo. De esa manera se comprende que las horas de esfuerzo fueron devoradas en minutos.
4. Trabajar en las mejores condiciones posibles.
Debemos estar bien física, mental y sicológicamente. Pero sobretodo nuestro entorno debe ser cómodo. Todo organizado, ordenado y con suficiente espacio. Tener las herramientas necesarias para nuestra receta y los ingredientes a mano. Como si una buena mise en place realizáramos.
5. Relajarse, la cocina es flexible
Si no tenemos el ingrediente necesario, siempre hay un reemplazo. Si la receta dice que debemos dejar reposar 5 minutos, nada va a explotar si lo dejamos unos minutos más. Mismo caso con los tiempos de cocción, todo puede variar. La idea que siempre podemos poner de nuestra cosecha cuando cocinamos y jugar con los mismos procesos, no se trata de que vayamos a contraer matrimonio con la receta.
6. Mantener la calma en situaciones de stress
Siempre está el riesgo de que algo salga como no esperamos: se nos puede quemar el pollo en el horno, la sopa muy salada, el postre se cae al suelo y no podemos entender por qué la comida quedó mala si seguimos la receta al pie de la letra.
De este tipo de situaciones nadie es ajeno, cocineros y chefs deben lidiar con problemas así todo el día. En el caso de casa siempre es bueno tener un plan B, lo primero es tranquilizarse y pensar las cosas, luego buscar alternativa ya sea con algo que tengamos en el refrigerador o congelado. Si todo sale mal inclusive llamar por una pizza puede solucionar todo, pero debemos estar ahí y compartir con nuestros invitados (y aprender de nuestros errores)